sábado, 1 de mayo de 2010

El curioso origen del Monte Testaccio

Dejando a un lado la leyenda, podemos fijar el inicio de la historia de Roma en torno al siglo VIII a.C., una vez que pastores y campesinos, asentados en pequeños poblados que se localizaban cerca de la desembocadura del Tíber, en las laderas de siete colinas situadas al este del río, comenzaron a actuar como grupo, participando en los mismos rituales religiosos, drenando los valles pantanosos que los separaban, habitándolos y convirtiéndolos en mercados y foros.

Las siete colinas de Roma que dan sobrenombre a la ciudad eterna, son los montes Capitolio, Quirinal, Viminal, Aventino, Palatino (con sus tres cimas: Germalo, Palatino y Velia), Esquilino (también con tres cimas: Cispio, Oppio y Fagutal) y Celio. Pero no son las únicas, ya que al norte de ellas se encuentra el monte Pincio, y en la ribera oeste del Tíber, en el barrio del Trastevere, hallamos los montes Vaticano y Junículo.

Situación de las diez colinas de Roma.

Formando parte de lo que podemos considerar como Roma Antigua, en el interior del perímetro delimitado por las murallas Aurelianas, existe otra colina menos conocida, pero con una historia curiosa, interesante y que dice mucho acerca del pragmatismo de los antiguos romanos. Estoy refiriéndome al Monte Testaccio. Con una elevación de más de 40 metros, un perímetro cercano a los 1.400 y una superficie en planta que ronda lo 22.000 metros cuadrados, sus características geométricas no se alejan de los parámetros del resto de colinas enumerados en el párrafo anterior. El motivo de que su nombre no aparezca en ningún listado hay que buscarlo en su origen, o si lo preferís, en su naturaleza, ya que se trata de una colina artificial, levantada entre los siglos I y III de nuestra era, mediante el continuo aporte de más de 25 millones de ánforas rotas, sobre todo de aceite de oliva, procedentes de lugares como la Bética (sobre un 80% del total) y la Tripolitania (región del norte de África, en torno al 17%). El resto tenía su origen en la Galia y otras regiones de la península italiana. Incluso se ha documentado la existencia de algunas ánforas orientales... Para que os hagáis una idea, se calcula que con el aceite transportado en los envases que se acumulan en el monte, se habría cubierto la dieta anual de aceite de oliva de medio millón de personas durante 250 años!!


En la anterior captura de Google maps, la chincheta roja marca la ubicación exacta del Monte Testaccio en la actualidad. Quienes hayan visitado Roma, no les costará trabajo situarlo mediante referencias a otros lugares más conocidos, como el Circo Máximo. Bajo estas líneas, un grabado de 1888, que representa la ciudad de Roma intramuros de las Murallas Aurelianas, y en el que he remarcado en rojo la situación de la colina.

Las ánforas llegaban a Roma por vía marítima. En un principio, el desembarco se producía en el puerto de Pozzuoli, situado al norte del golfo de Nápoles, hasta que el puerto de Claudio y, sobre todo, el posterior de Trajano, construidos en la cercana desembocadura del Tíber, tomaron el relevo, convirtiéndose en los principales puntos de distribución de mercancías del Imperio. El destino de las ánforas de aceite eran los almacenes levantados a los pies del monte Aventino. Junto a ellos se encontraba una planicie, lo que hoy llamaríamos un descampado, que fue el espacio elegido para que la población se deshiciera de los envases, evitando así que las más de 25 millones de ánforas se deshecharan de forma indisciplinada. La estructura pensada para elevarse por terrazas, las descargas realizadas en filas retraídas y al tresbolillo de la inferior, el empleo de muros de contención, también a partir de trozos de cerámica, convierten el Monte Testaccio en una prueba del enorme espíritu organizador y previsor de los romanos, por lo que no debe entenderse como un basurero fortuito ni desordenado.

Grabado anónimo del siglo XVII. Según la hipótesis de la época, el Monte Testaccio se había formado con los desechos de los hornos circundantes.

Os preguntaréis cuáles eran los motivos por los que las ánforas, una vez vacías, eran desechadas y no se reutilizaban. Hay tantas respuestas como investigadores del yacimiento. Así que, haciendo gala de una insólita osadía, y con el discutible derecho que me otorga haberle dedicado unas horas a estudiar su historia, voy a aportar mi propia opinión: las razones, sobre todo, fueron económicas. Y no sólo por el elevado coste que habría supuesto la repatriación de los envases vía marítima. También hay que tener en cuenta que su proceso de fabricación no era industrial, sino artesanal. La continua demanda de ánforas desde la capital del Imperio garantizaba la existencia de un gremio de artesanos. Usando terminología actual, era una medida de creación empleo. Sin olvidar el pago de impuestos al que estaban obligados los habitantes de las regiones ocupadas por los romanos con algún tipo de ingreso.

Lo usual es que el aspecto de las ánforas sea el de las imágenes.

Por supuesto, las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento desde finales del siglo XIX, han aportado gran cantidad de datos, sobre todo referidos a aspectos, desconocidos hasta entonces, del comercio entre la Península Ibérica, norte de África y la capital del Imperio romano. Para profundizar en dichos aspectos y conocer la gran cantidad de información extraída de los restos de ánforas desenterrados, os recomiendo que visitéis el post que el blog Historia Clásica dedica al Monte Testaccio.

Finalizo el post con dos imágenes actuales de la colina (la anterior y la posterior a este párrafo). Como podéis ver, se encuentra completamente cubierto de vegetación, a la espera de la gran inversión económica que financie una excavación de dimensiones faraónicas, y que logre sacar a la luz todas las sorpresas que seguro guarda en su vientre cerámico... Así, de paso, evito reincidir en el error que suelo cometer en cada nuevo post que publico, y que más de uno me habéis señalado en vuestros comentarios, los cuales me tomo como crítica constructiva y, lejos de reprochar, agradezco de corazón: algunas entradas son demasiado extensas.


16 comentarios

Bovolo dijo...

Muy interesante, Suso!

Estuve por Roma, pero no pasé por este monte.

¡Saludos!

emejota dijo...

Muy buena información, cuando visite Roma intentaré recordarlo. Lo que mas me ha gustado ha sido la cuestión económica de mantener a los artesanos ocupados y por tanto la mano de trabajo. Un abrazo.

Milhaud dijo...

Excelente artículo. No tenía ni idea de la existencia de este monte, pero supongo que es algo más que me apunto para cuando pueda visitar la ciudad eterna!

elzo dijo...

Yo también veo Saber y ganar.

Suso dijo...

Gracias Bovolo!!

Isa y yo también visitamos Roma hace unos años (antes de que naciera Alba, claro...), y nuestra última excursión fue dirección Circo Máximo, y continuamos hasta la Plaza Ostiense para ver la (decepcionante) pirámide. Fíjate si anduvimos cerca del Monte!!

Pero como no aparece en los folletos turísticos (por lo menos en los que nosotros manejábamos...), para visitarlo hay que saber de su existencia, porque si no, se queda pendiente hasta la próxima escapada, verdad?

Un abrazo!!

Suso dijo...

Sinceramente, emejota, tampoco creo que resulte ser una atracción turística de sobresaliente... ¡¡¡Con la de cosas que hay en Roma para ver!!!

Da juego para elaborar un post curioso, pero me da a mí que en directo puede resutar un poquito decepcionante... Aunque quién sabe!!

Ah!! Pues créeme si te digo que la mayor parte de la teoría que publico es cosecha propia... Si te das una vuelta por los enlaces que propongo, verás cómo los motivos económicos prácticamente ni se mencionan!! En mi opinión, todo lo relacionado con el vil metal (acapararlo, robarlo, controlarlo, desearlo, envidiarlo...), no ha sufrido cambios en estos 2000 años... ni tiene visos de que vaya a haber cambios en los próximos 2000!!

Un abrazo!!

Suso dijo...

Gracias, Milhaud!!

Si no conoces Roma... no esperes mucho, porque tiene tantísimo que ofrecer, que para recorrerlo todo en un sólo viaje, tiene que durar... meses!!!

A mí me dejó boquiabierto...

Un abrazo!!

Suso dijo...

Hola Elzo!!

Supongo que no será tu intención, pero no me negarás que tu comentario, sin hola ni adiós, suena algo inquisidor... Seguro que es más paranoia mía que otra cosa, verdad?

De todas formas te confieso que no, que hace años que no veo Saber y Ganar, aunque antes sí era programa de visita diaria, hasta que acabé rayándome con el Jordi Hurtado (gññññ!!!), por no mencionar el mosqueo causado por la enorme cantidad de preguntas que no sabía responder!!!

Pero no puedo decirte exactamente cómo supe de la existencia del Monte Testaccio!! Tengo una libreta en la que voy anotando temas para futuros post cuando me los encuentro leyendo un periódico, viendo la tele, en las sesiones de espiritismo con Asimov... ;), y éste aparecía entre los más antiguos... Si me acordara, prometo comentarlo...

Un abrazo!!!

emejota dijo...

No me malinterpretes, es que la humanidad somos cortitos y tomamos el rábano por las hojas, por eso tenemos estas nefastas experiencias económicas. A mi me gusta interpretarlo como un simple y sencillo símbolo de intercambio de energías,ya que soy una simple verdadera. Es por ello que en un día como hoy vea bien que los romanos entendieran que mantener los puestos de trabajo de los artesanos era importante. Otro abrazo.

Eulogio Diéguez Pérez (Logio) dijo...

Alucinante.

Amio Cajander dijo...

yo lo ví... pero mi guía no me lo explicó tan bien como tu ;-)

Jose Antonio dijo...

No sólo realzas la historia, opinas sobre ella y eso enriquece tu texto, buen aporte como es costumbre en tu rincón.

Creo que tu teoría es acertada, de Roma lo hemos heredado casi todo...

Un abrazo.

Suso dijo...

Hola de nuevo, emejota:

Por suerte o por desgracia, hace tiempo que comprendí el funcionamiento del mercado laboral capitalista: si produces beneficios a la empresa, podrás trabajar. Las reglas las pone el entrenador (el empresario en una "fina metáfora deportiva"), y tú las aceptas o no juegas... La masa de parados NUNCA llegará a desaparecer compeltamente, porque conviene que la clase proletaria sepa que si no acepta las reglas del juego, hay un gran remanente de jugadores suplentes dispuestos a ocupar su puesto de trabajo.¿Te imaginas que una empresa se vea obligada a aceptar las mejoras de condiciones de trabajo y los aumentos de sueldo propuestos por los trabajadores, porque si no, se queda sin ese medio de producción? IMPENSABLE!!

Y los romanos ya sabían un poco de todo esto. Pasando por alto (de nuevo) el tema de la esclavitud en Roma, (¡¡el máximo sueño de la clase dirigente!!), consiguiendo que el pueblo se mantenga ocupado, reciba las migajas que caen de la mesa y se conforme con ellas, evitas que tengan ideas... peligrosas y que pasen a los hechos: en aquella época, LA GUERRA CONTRA EL INVASOR. En nuestro tiempo, LA REVOLUCIÓN SOCIAL.

No eran tontos los romanos, no...

Un abrazo!!

Suso dijo...

Gracias Logio!!

Tus comentarios, como siempre, rotundos!!

Un abrazo!!

Suso dijo...

Por favor, Amio, que me sonrojas!!! En realidad eres tú, que me juzgas con "prevaricación"!!

Un abrazo!!

Suso dijo...

Me alegra un montón encontrarte por aquí, Senovilla!! Y más aún cuando vienes a publicar comentarios tan exagerados!!

Lo de publicar en el post opiniones sobre el tema realmente no es premeditado. Con todos los datos y todas las fuentes abiertas en pantalla, voy elaborando el puzle que acaba convertido en la entrada que leéis, y si en un momento dado veo que puedo añadir una opinión o que merece la pena posicionarse y razonar el porqué de la decisión , pues no me privo... Esa es una de las ventajas de administrar un blog (si no la mayor!!) ¿no?

Un abrazo!!

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